Aquí estoy, sentada, fumándome, espero, el último cigarro.
Repaso mi vida, como ha cambiado en los dos últimos meses. Y no me reconozco.
La vida me ha cambiado tanto en tan poco tiempo. Tengo trabajo. Vuevlo a la universidad. Retomo los idiomas. Soy yo, pero mejor, Soy en los mejores tiempos, lo que siempre he soñado con mi vida.
La energía y la vitalidad me invaden. La felicidad es inmensa.
Siempre he creído que hay que mirar hacia adelante. Hace tres años creé un collage con lo que quería en mi vida. Fue un trabajo de clase, mucha gente lo hizo con fotos, no tenían claro qué querían. Yo siempre lo tuve claro. Mis fotos estaban pegadas. Y soñaba. Soñaba con poder hacer realidad esos sueños. Sueños que nunca llegaban. Y me desesperaba porque al final empezaba a creer lo que la gente me decía, que los sueños son para dormir, que los proyectos son los que mantienen el alma viva, pero pocas veces se cumplen, que sirven de cabecera, pero nada más.
Hace dos meses toqué fondo, porque no podía más. Llegué a una situación límite y me vi, y dije, esto no puede seguir así. No sé como lo hice, pero saqué toda la fuerza que pude, que no era mucha comparada con la energía que tengo ahora e hice lo imposible por cambiar mi realidad. Pedí ayuda a todo el mundo porque, repito, era una situación límite, extrema.
No sé como lo hice, el ser humano es increíble. Admiro a todas aquellas personas que tienen una situación de superación personal. Porque realmente existen esas personas. Por fin me creo que todas esas historias son reales, y ya no me parecen lejanas.
Son esos momentos en los que realmente te conoces, en los que llegas a saber quien eres de verdad. Para lo bueno y para lo malo.
Es cierto, he escrito cosas iverosímiles, cosas absurdas. Podría borrarlas y nadie más las sabría,es lo bueno que tiene internet, pero forman parte de mi historia. De mis circunstancias. Y no me arrepiento. Pienso mirar de frente a la cara a cualquiera que quiera que tenga algo que decir y decirle que nadie puede criticarme, porque nadie conoce su realidad, mas que esa misma persona. Y nadie tiene el derecho de juzgar a nadie, porque la vida es muy larga y nunca sabemos lo que nos puede pasar.
Ahora soy feliz, muy feliz, soy valiente, luchadora, con energía, positiva, siempre lo he sido. Nunca me ha gustado llorar de mis porblemas, lo he hecho cuando no podía más, cuando la situación me sobrepasaba. Todos somos humanos y todos tenemos flaquezas. Pero pienso seguir adelante y acordarme de aquel cuadro que regalé a un amigo y no supo apreciar, y cumplir mi sueño.
Porque sí, porque en la vida se puede soñar. Se debe hacerlo, y vale la pena.